"Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero hay algo en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres,.."

"El Dragón posee la capacidad de asumir muchas formas, pero éstas son inescrutables."

de El libro de los Seres Imaginarios, Jorge Luis Borges






sábado, 24 de abril de 2010

Fragmento de RECONOZCO

-Y vamos para mayores-, decía el viejo señor Stern, aun yendo en bicicleta al mercado, se ocupa del jardín y se toma tiempo para jugar con su perro en el parque, entre las flores que le quedan al otoño y las hojas que no llegan al invierno.

Hay gente que no tiene, no debería tener edad. Así como hay otras, a las que la edad, las salva...Pero sea como sea que uno acomodó el tablero y armó su juego para esta vida, para bien o para mal, cada vida es un poema, una elegía, un canto a la esperanza y una lección que no debiera perderse. Todos nosotros deberíamos andar con un escritor al lado, que nos siga los pasos y vaya anotando y contando las caídas y las particulares formas de levantarnos, las coincidencias, las veces que decimos: "la última", las veces que besamos, las que vimos el arco iris, los suspiros y las lágrimas, salvando cuántas fueron de dolor y cuántas de alegría. Deberían anotarse cada acierto inesperado y cada fracaso injusto. Cada vez que hicimos el amor con amor y cada vez que probamos un gusto nuevo de helado.

Cada sentimiento encontrado debiera ser expuesto en cartelera por una semana hasta agotar la suspicacia de los curiosos. Cada indiferencia debiera se extensamente explicada en tono de monólogo interno con un megáfono, el domingo, durante un partido. Cada asistencia a un milagro debiera ser retratada en pintura indeclinable, inalterable y expansible sobre el mismísimo cielo y a pleno día.

miércoles, 7 de abril de 2010

Los destinados (Fragmento)

La ocasión era perfecta. La señora se iba de compras. El jardinero entró a la cocina.
Su musa inspiradora de ardores estaba sola y atareada. Se secó el sudor y sosteniendo el sombrero pidió algo fresco.
Ana se sobresaltó, nunca había entrado sin golpear. Si precisaba algo, esperaba pacientemente afuera, qué hacía ahora que no había nadie en la casa, dentro de su templo de trabajo?
-Por favor espere afuera. Dijo con un gesto de indignación y desprecio que no logró disimular.
Tal vez el sol, el desprecio multiplicado por mil, su hombría desbastada, tal vez la luna, los planetas, nunca se sabe exactamente cuántos sucesos se conjugan en la debida o indebida proporción para que algo pase.
El hombre se perdió en la ceguera de todo control y se abalanzó salvajemente sobre la castidad e integridad de la muchacha. Un breve forcejeo, y luego en pocos minutos, todo ya había pasado.
Un sombrero en el suelo. Algunas cosas tiradas . El portón del jardín medio abierto. Ana sangrado sobre el suelo blanco de la cocina.
Y un silencio cómplice del accidente inesperado.
Un ave negra graznó antes de levantar vuelo sobre el tejado. Y el teléfono empezó a sonar. En vano.