"Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero hay algo en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres,.."

"El Dragón posee la capacidad de asumir muchas formas, pero éstas son inescrutables."

de El libro de los Seres Imaginarios, Jorge Luis Borges






viernes, 29 de octubre de 2010

Uno va..

Uno va.
Tam .. Tam Tam.. Tam..
Anda camina, se arrastra, vuela,
a travez, por detrás y delante de la vida.
No sabemos para qué vinimos,
ni para dónde vamos.
Pero vamos.
Tam.. Tam Tam.. Tam..
Somos mutantes, emergentes,
resultados y resueltos evolucionado,
evolucionadores, evolutivos procesos,
creemos ser y creamos seres,
provocando, lacerando, sorprendiendo,
aniquilando, dande de beber y dando amparo,
dando fe y dando indiferencia.
Grandiosos anónimos.
Efímeras celebridades.
Revueltos y mezclados.
Somos aves extrañas en un extraño cielo.
Aves sin plumas con alas viejas
de renovado vuelo.
Somos ancianos, nuevos,
sufrientes y redentores,
anarquistas y solemnes,
injuriosos y bendecidos de ternura,
somos soñados y soñadores,
somos todo cuanto podemos imaginar
y mucho mas.

Uno va.
Anda, repta, vuela.
Y hay una música inicial
de urgente crescendo...
Tam.. Tam Tam.. Tam..
Nada, repta, vuela
y uno va
Tam ..Tam Tam.. Tam..
seguimos andando...

viernes, 15 de octubre de 2010

El laberinto del Minotauro



En la pesada negrura Teseo avanza fatal hacia el exterminio de la bestia. La única forma de lograrlo es siguiendo el rojo hilo de Ariadna. Debe matar al animal milenario, mitad hombre mitad tauro. Sensible, salvaje. Avanza ciego de promesas del amor recién desvelado.
El laberinto lo devora, la fiebre le crece como un río de visiones apocalípticas. La daga hechizada se aferra a su mano con tentáculos de ira. Minotauro ruge henchido de ansias de sangre. El destino desborda de su diseño. La tempestad alumbra el final. La isla esta sola en el desfiladero del mundo. Toda alegría huyó enmudecida. Los presagios nublan el horizonte.
Gime el rey padre y tiembla la princesa.

Ya no hay más atajos, el encuentro es irrevocable. Si Minotauro lo alcanza morirá como hombre y si él mata al Minotauro quedará por siempre condenado el deseo.
La terrible oscuridad se vuelve densa. Solo el brillo de sus ojos inicia la batalla, gotas de transpiración se desvanecen en el aire hirviente. La lucha es un caos certero. El hombre y la bestia son uno.

Cuando uno de los dos sobreviva al otro, ambos continuarán unidos.
Ya no habrá más hombre persiguiendo su deseo. No habrá más bestia culpable.

Ariadna tiembla y suspira. Quién es el que regresa? el que regresa, qué es?

El rey yace con la cabeza entre sus manos, no quiere saber no puede mirar, su reino ha sido aniquilado.

Teseo aparece entre dos columnas, en su mano derecha, una daga brillando de sangre que aun se afana, en su mano izquierda, la punta del ovillo.

La mirada vacía.
La tristeza del héroe.

Se dirige a la barca que lo llevará sobre el mar infinito hacia su destino de soledad interminable.

Los pilares del mundo tiemblan y se derrumban.

Entre los escombros, la sangre humeante desprendida de la daga, corre a reunirse con el hilo, que lo absorbe. Lenta y ávidamente, lo absorbe.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Luz


Ven. Tengo algo que decirte. Yo corro mi tristeza debajo de la risa, y estoy contigo.


Vamos a huir amigo mio.

Ven, dame tu mano, yo te llevo. Cierra los ojos y haz de cuenta que solo soy la brisa que te sostiene. Y descansa. Yo ascenderé a lo más alto del cielo allí donde ejecuto los reclamos mas terribles, te dejaré dormido, bien tapado y a salvo en la entrada, justo donde el puente del difícil retorno se vuelve intrincado. Allí me esperas, yo acudiré a la cita, mi espada brilla con mi sangre. Mi fiera interna comienza a despertar. Por favor no me mires ahora. Tu quedate con mi imagen de hada ente los azares.

Yo te acuno como a un niño, te sostengo, te doy calor. Te doy días de mi vida, fuerza de mi fuerza.


Ahora descansa.


Cierra tus ojos, yo te cuido.


Por si no regreso te dejo este pergamino. Ya se, no ves nada en el. Pero con el tiempo se irá mostrando a ti. Y verás lo que has de ver.
Se feliz, como yo lo soy ahora.

No es nada que ya no sepa tu corazón. Yo no necesito el mío donde voy.

Espérame. Ya regreso. Duerme!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Revocación

Danzarines vientos remueven la arena, mezclan las semillas del pasto bueno y la gramilla mala. Todo esta visible y oculto. La tarde y el aire están encontrándose en mis ojos. Mis supiros me traen noticias de antiguos dolores no reconocidos. Y esa vieja herida, que no sangra, pero duele todavía.
Yo ya estaba acostumbrada a los engaños. Pero nunca había asistido al desengaño de las propias convicciones. No todo estaba tan bien, puede que hasta haya que empezar de nuevo. No me asusta, se que puedo.
Pero esta tarde mientras el cielo se disfraza de amenaza, lloro por mí y siento pena. Dejo que se me venga encima toda la tristeza que me negué. La dejo que se enzañe con todo mi ser. Me sumerjo en el grito, me desbordo.
Sigo el sendero que no va a ninguna parte. Llego hasta donde mis fuerzas se desmayan y entonces vuelvo a llorar, serenamente.

Dias de furia


Pesadas nubes de humo avanzan amenazantes sobre las sierras.

La tarde le crece a los costados del alambrado igual que las enredaderas nuevas. El campo regresa en sus entrañas. Los pájaros cantan y los animales duermen las primeras siestas de primavera.

Todo es paz, sostenida.

El fin acecha, como siempre.

En la casa grande de la colina oeste, una mujer transmite soledad en versos doloridos. Hace rato que espera el mundo la vea, pero el mundo sigue sin ella.

El centro se movió de su lugar acostumbrado.

Las horas trajeron semanas y meses y los años se desbarrancaron sobre los sueños y sentidos.

Poco queda por hacer.

Poco queda por esperar.

Y ahora para completar las sombras, el incendio amenaza desde el horizonte.

Y el mañana puede ser un espanto más, que ella no querrá conocer.

domingo, 3 de octubre de 2010


La mujer pájaro voló en la noche de tormentas violetas. Voló hacia tierras desiertas, sedientas de su luz. Dos lunas la acompañan.


Resistió ataques y todas las visiones. Sobrevivió esa noche y dos más. Debía llegar a los brazos que se alzaban en su espera. No sintió la punzada de la flecha, ni el viento helado ni el hambre ni la sed. Montada en su pasión, fue por él.


El estaba preso en su mazmorra de arena. Preso por siglos de convicciones ajenas. Preso de su miedo desaparecido. El creía en ella, la esperaba. Confiaba en ella. Sabía que si ella lo salvaba, él haría el resto. Pero para levantarse necesitaba es gesto. Estar seguro que valdría la pena el combate.


Ella no pensaba en si misma ni en el frío ni en las emboscadas de los hombres. Ella no veía las sombras que la acosaban ni miraba hacia atrás.

Ella era un corazón que volaba al encuentro. El era un gigante atrapado en una telaraña.


Ella lo vió. A lo lejos, en la oscura noche su amado la esperaba. Sintió un brillo que la traspasaba.

Se estiró feliz, en un suspiro, para abrazarlo y cayó sobre él.


Empapado de lágrimas y la sangre de su amada, el gigante bramó.


El gigante levanta con su puño la espada letal hacia el cielo rojo y negro de presagios. En su mano izquierda atesora una pluma blanca manchada de sangre.


Ese fue el día que la batalla comenzó.