Cuando ya hemos perdido todo, aun nos queda padecer verdaderamente el último embate de nuestra historia personal. Cuando creíste que ya venciste todos los monstruos, temores y vicios, todos los imprevistos contradictorios de la vida y perdiste todas las oportunidades que supiste ganar.
Estar en estado alterado, a flor de piel y en estado vibratorio es lo mismo y nada. Nada tiene o puede tener importancia. Si el río corre te lanzas, si el espacio se abre bajo tus pies te lanzas, si la vida te acaricia la espalda, te lanzas.
Es en ese momento final cuando comprendes para qué ha sido toda esta maldita y larga patraña. Y es ahí donde empiezas a ser realmente tu, cuando pierdes de vista para siempre la yoidad.
Cuando has padecido y vencido a los cuatro elementos, has cruzado todos los umbrales y estas listo para la muerte.
Es justo ahí, cuando empieza tu vida.
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