Camino bajo el sol como si el sol estuviera debajo de mis plantas. Debo llegar. Controlo la sed y el cansancio pero no sé cuánto tiempo más podré dominar mi mente. Recién creí ver a alguien huir de mi mirada. Y a lo lejos se me aparecen edificios, bares con sus mesas afuera y bebidas servidas, fuentes de agua. Trato de cerrar los ojos hasta que desaparecen, pero siento que mi coherencia también comienza a evaporarse. Estoy muy cansada, tengo ganas de derramarme en el suelo y dormir. Pero debo seguir, hasta que la inconsciencia sea la que decida donde dejaré mis huesos.
Empiezo a recordar momentos felices, pero no puedo retenerlos, pasan por mi mente afiebrada. He sido injusta conmigo misma, me alejé del mundo y ahora ansío ver ese mundo caótico, indiferente y hostil. Ansío perdonarlo, entenderlo y amarlo.
Debo llegar a algún lugar. Me caigo. Y me levanto temblando. Es la última vez, lo sé.
Me duele el interior seco de mi boca. A lo lejos diviso una pradera verde, mas lejos una cabaña de piedra y madera, a su costado un río con una pequeña cascada.
Sé que es una visión. Pero es hermosa, y voy a alcanzarla.
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