Ellos van.
Llega la noche y siguen hasta que la última sombra los devora y deslíe el dibujo del mundo, detienen los cuerpos, solo para frugal alimento y sueño.
Sueño que alimenta los pasos. Sueño que renueva el impulso original. Sueño que sueña el futuro.
Antes de la hora intuyen el alba y se erigen ya en marcha, siempre sin mirar atrás, solo al frente, visionando el camino como una línea que comienza en el fin del paso y termina en el principio de su meta.
Ellos van.
Solo andar, adheridos a la línea que los conecta con el fin. En silencio, como en un ritual profano y misterioso que los proyecta antes de la acción, como si ya hubieran llegado, y solo les restara arrastrar el lento y pesado cuerpo hasta reunirse.. Como si el cuerpo y sus horas hubieran quedado extraviados en el camino, devorados inefablemente por el ansia.
Ellos van.
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