Los caballos de la calesita tienen alas de cristal azul, y sonríen cada vez que giro a su alrededor..su sonrisa me da escalofríos porque sé que quieren decir...y no me gusta...pero no tengo miedo...porque es un sueño y tengo un salvoconducto para todo laberinto y toda flecha lanzada en mi blanco...los perros ya no cantan canciones de cuna, miran la luna y lloran de pena..pobres perros sin herida sangrando por los recuerdos! Voy y vengo vuelo y nado, mejor dicho floto, que no es poco, en el vacío arrugado de mi alma contemplando la aurora y tratando de sufrir un poco menos cada vez que me como un pétalo de margarita para indigestarme de desamor inconsciente. Un cristal negro brillante me tira luciérnagas de plata y chispas de eternidades lúdicas comprometidas con abismos pasajeros. Los caballos avanzan. Me están rodeando..yo me desnudo las cáscaras de cebolla y los jazmines que me esconden de la farolera que quiso tropezar y no pudo, y lloro, parezco un bebé en la noche de los espíritus, me arrollo, me arrullo, me abollo, me consuelo, me calmo, me abastezco de chocolate y aceitunas para viajar a Marte y volver en la próxima luna llena. No importa voy a resistir, ahora es un solo caballo.. su pintura pintarrajeada de girasoles y alfalfa me lastima al acariciarme la cabeza con su resoplido inminente, estoy perdida, girando en el caleidoscopio de la próxima canción!
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