Huyo de mi
me acerco, peligrosamente,
a la abrazadora inconsciencia,
el horror de perder el control
dura solo el instante
de la entrega...
No hay nada más profundo, bello, indescriptible..
Y pensar que se teme a la muerte...
y pensar que yo misma...
pensar que pensaba...
Yacer,
yacer nada más...
con la cabeza derramándose
sobre el inútil acoso del Tiempo...
Acaso esta abrumadora
forma de existir no sea más
que una estéril tolerancia constante
que no hay novena llave,
ni águila, ni senda, ni Dios...
Solo el imperceptible soltarse de un amarre
y dejar que el mar, si existiese,
se haga cargo de la barca.
Y gozar serenamente la última sensación,
de poder hacer algo....
Y no hacer
nada...
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