El ocaso de esta herida
llega justo al borde del silencio.
Recaigo.
Sobre el ardor de mis manos
en cuencos vacíos..
Voy contigo al octavo cielo de los sueños
y desde allí desciendo de tu mano
a los infiernos concretos de la mente.
Me llevas, me arrastras, me dejo llevar,
pero no me arrastro, vuelo...
y tú conmigo creyendo que transitas los peñascos.
Cuándo fue que instalamos esta manía
como único puente secular y constructivo?
Cómo amanecer, con quien
te despide con un beso y te trae navajas de desayuno?
Cómo convivir con el viento
siendo otro viento?
Cómo desnudarme delante
de quien se oculta en mil máscaras?
Como encender con mi fuego tu torrente?
Cómo impregnará tu líquida presencia mi hoguera?
Y sin embargo. Imposible!
No has sido más
que el transcurso de un azaroso sueño.
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