"Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero hay algo en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres,.."

"El Dragón posee la capacidad de asumir muchas formas, pero éstas son inescrutables."

de El libro de los Seres Imaginarios, Jorge Luis Borges






martes, 15 de diciembre de 2009

La búsqueda de la mandrágora(fragmento)

La exótica flor morada se mantenía hermosa e hidratada. A su alrededor todo estaba seco. Hacía semanas que no llovía.
La flor era muy extraña. Tenía cinco pétalos, el mas largo en punta con todo el aspecto de una hoja modificada, dos a sus costados en forma de corazón y dos mas redondos cerrando un agradable diseño.
En el centro un pistilo carmín con un estigma amarillo ocre brillante. Del mismo ramillete crecían largos y enrulados filamentos que iniciaban verde claro y terminaban blancos en minúsculas anteras naranja.
Los pétalos eran tersos, fuertes y frágiles a la vez, el tallo medía unos 50 centímetros de largo desde el ras de la tierra, ancho, de corte oval, de un verde veronés intenso. Los sépalos eran delgados, plateados, parecían cables que se introducían en la tierra buscando alimento. El aspecto general era hipnótico. Un extraño ser híbrido vegetal y tecnológico.
No podía dejar de mirarla, al acercarme creí estar asistiendo a la experiencia de una alucinación, la flor se agrandaba a cada paso que yo daba, se daba vuelta para mirarme de frente, no sé cómo, pero podía ver en ella una extraña sonrisa.
Sentía miedo pero no podía dejar de observarla absorta y acercarme. Cuando llegué a su lado era tres veces mas grande que yo. Se agachó, me tomó entre sus dedos vegetales y luego de observarme con deleite. Me olió.
Sentí que me aspiraba, me quitaba todos los aromas que olí en mi vida, sin poder hacer nada, atrapada en su abrazo veía como se iban los perfumes caros, los olores a mandarina, las tortas de cumpleaños, los chocolates calientes, los jazmines, los olores a madera, a tierra, los feos, a lluvia sobre la tierra, a pescado, a azúcar y vainilla, canela, los horribles, los que había olvidado antes de ahora, en fin, todos los perfumes y olores de mi existencia se iban a su estigma y yo ya no podía recordarlos más.
Mi mundo se iba reduciendo a un solo olor, un intenso y creciente olor a jugos gástricos clorofílicos...

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