Soñé que volaba sobre un camino bordeado de arboles, era como un tunel fresco y perfumado. Lejos, sobre el cerro había un domo blanco plateado muy brillante, que me hacia entrecerrar los ojos. Cuando estaba llegando me sentía feliz, al fin llegaría al lugar al que me había estado dirigiendo durante toda la vida. Sentí que si llegaba ya estaba. No había mas.
Entonces cerré los ojos y deje que el miedo entrara en mi. Al principio se sintió suave y salvador, para cuando me di cuenta estaba perdida, caminando bajo el sol, dolorida, acalorada, con los pies hinchados y lastimados, la garganta seca y a punto de resquebrajarse como el camino bajo mis pies. Insoportablemente real, lejos de todo, humillada y avergonzada de mi cobardía.
Pense que no tendría otra oportunidad igual y la deje ir. Me crecio una mueca amarga junto a la boca.
De mis ojos bajaron las primeras gotas de darme cuenta, de jurarme no volver a dejarme vencer por ningún miedo. Entonces las lágrimas se desbordaron y se fueron convirtiendo en una gran catarata.
No lo dude ni un segundo. Me arroje al vacío fresco de la inmensidad. Pero nunca llegue abajo. Mis alas estaban intactas.
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